domingo, 25 de marzo de 2012

Organización política

En la región de Mesopotamia en la región de la civilización sumeria cada ciudad con su territorio circundante era un templo. En esa etapa, la política y la religión estaban relacionadas. El gobernante era el príncipe-sacerdote (el sumo sacerdote o patesí), que representaba a la divinidad, aunque no era un dios. Este personaje administraba el gobierno de la ciudad, los ingresos del templo, se encargaba del mantenimiento de los canales y organizaba el culto y a los soldados.
El templo era el Eje de la vida política, religiosa y económica.
Después, con la expansión de las ciudad sumerias, la administración se hace más completa y se produce un cambio en las atribuciones del patesí, quien se dedicará exclusivamente al culto. Jefes militares convertidos en reyes desempeñarán el resto de las funciones.
Estos reyes mantendrán la división de la región en pequeños estados: cada ciudad era un estado en sí misma, con sus propias instituciones de gobierno, no dependía de un poder mayor regional ni imperial. Su único lazo de unión con el resto de las ciudades sumerias era la cultura. la escritura, el lenguaje y la escritura. Esto se mantuvo hasta la unificación que realizaron los acadios.
Los acadios organizaron el primer imperio o estado unificado. Su organización política, a diferencia de la que se encontraba, tendrá como elemento más importante el palacio, esto quiere decir que el rey tiene mayor poder que los sacerdotes.
Hamurabi, rey de Babilonia, completará posteriormente este período, perfeccionano la organización política, militar y administrativa. Pero los reyes más poderosos de Mesopotamia fueron los asirios. Su imperio fue el más poderoso. Sus audaces y crueles guerreros organizaron los sistemas de defensa de las zona y un ejército permanente compuesto por la infantería, la caballería y los carros de guerra.
La justicia fue administrada por jueces, en principio arbitrarios, pero luego sujetos a las sabias disposiciones del código de Hamurabi, que estableció la ley del Talión (ojo por ojo, diente por diente). Este código mitigó los castigos y estableció un orden jurídico admirable para su época, que constituyó un modelo para otros pueblos.

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